PINTURA

CRÍTICAS DE ARTE

Tiempos de crisis. Lamentos continuos, crujir de dientes, cabezas gachas. Parece que todo esto es lo que nos ha tocado vivir por culpa de los manipuladores del capital, de aquellos que con sus jugueteos económicos son capaces de influir en las vidas de millones de personas. ¿Pero qué ocurriría si en vez de enfangarnos en la autoinculpación, en lugar de sentirnos abrumados por esta situación, intentamos extraer de ella algo positivo? Parece ser esta la apuesta principal de Francisco Lorente en la exposición que nos presenta en la Sala de Exposiciones de la Xunta de Galicia en Pontevedra, en la que conviven, o mejor dicho en la que se imponen, junto a sus tradicionales trabajos relacionados con aspectos intrínsecos de la realidad gallega, planteados desde unas formas llenas de dinamismo y un abrumador ejercicio de color, de una manera apabullante un nuevo tipo de obra. Son estas obras las que presentan a un artista que ha dado un paso más en su trayectoria, quizás un salto al vacío entre las arquitecturas de su arte, al igual que sucede con varias de las figuras de sus cuadros, donde esos perfiles anónimos, desnudos, reflejos de una colectividad angustiada e incapaz de comprender este nuevo mundo, se sitúan en unos ambientes duros y ásperos. No ha debido de ser fácil para el artista generar este mundo, escapar de esos amarillos contagiosos de alegría, efervescentes dentro del lienzo, para caer en esos infiernos rojizos que convulsionan al ser humano hasta el extremo. Pues una vez  allí y, gracias al arte, no todo parece tan malo. Francisco Lorente es capaz de generar esa inquietud que transmiten sus cuadros y sus figuras, para crear una dimensión desde la que enfrentarnos a este mundo en crisis, en permanente convulsión. Relojes que nos atrapan, perspectivas que nos arrojan a un vacío de inciertas consecuencias, colores asfixiantes, atmósferas que nos sitúan ante nuestras propias dudas, un espejo ante el que mirarnos y ante el que Francisco Lorente no duda en situarnos. Es, precisamente, esta implicación del visitante en su obra su gran aporte en esa exposición, ese contundente paso que se aleja del costumbrismo poco más que ornamental y estético para posicionarse en lo social desde el argumento pictórico. Que nos haga compartir ese estado de ánimo y no dejarnos indiferentes es una indudable progresión creativa.

El fantástico espacio expositivo de esta sala permite el contraste entre estos dos mundos, representación de nuestras propias vidas en las que, como en la pintura de Francisco Lorente, podemos hablar de un antes y un después, un tránsito que ha ido del color a la angustia, de la alegría al desánimo, en definitiva, el artista logra que esa línea divisoria que el mundo globalizado y mercantil se ha trazado sirva para crear un nuevo sendero por el que hacer transitar su pintura. Quizás, al fin y al cabo, este sea uno de los aspectos positivos que esta crisis nos ha deparado, y sea el momento, tras el impacto inicial, de seguir extrayendo consecuencias beneficiosas. Francisco Lorente ya lo ha logrado.

Critica da mostra de pintura na sala de exposicións do edificio administrativo da Xunta de Galicia en Pontevedra. Publicado no «Diario de Pontevedra». 23/01/2011

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CRITICA DE RAMON ROZAS

RAMÓN ROZAS

Justo, equitativo y saludable es que os dé cuenta de la exposición de pintura que el Pontevedrés Francisco Lorente tiene en el centro de arte «Vicus». De su obra dicen que entronca con la figuración expresionista de los artistas del vanguardismo gallego, aunque esto no son más que palabras, etiquetas. De lo que uno da fe es de que hay un bullicio ancestral en sus pinturas, de honda tradición gallega. Allí está la vida cotidiana de nuestras clases populares en un despliegue cromático, ahí un universo poético, ahí un proyecto clasicista.

Critica da mostra de pintura da exposición na Galería Vicus. Publicado no «Faro de Vigo». 17/05/2003

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CRITICA DE FERNANDO FRANCO

FERNANDO FRANCO

El talante plástico de Lorente está fuertemente marcado por su Galicia natal, donde en sus cuadros late el recuerdo de una tradición rural junto con emociones y ensoñaciones gallegas.

Presentación da mostra de pintura na Galería de arte «Vicus» de Vigo. 12/05/2003

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CRITICA DE FRANCISCO PABLOS

FRANCISCO PABLOS

Francisco Lorente es un pintor pontevedrés, cuya obra, según palabras de Antón Castro, «nace de las mismas entrañas antropológicas». Y ciertamente, en la raíz de sus lienzos, se halla el más puro sentir de la Galicia ancestral de tradiciones apenas conservadas, aunque vivas, en el recuerdo de muchos.

Esta muestra permite la contemplación de un tipo de pintura que más pertenece a un pasado inmediato que a un presente repleto de distintas inquietudes. Lo que supone un placer añadido a una obra donde la vista reposa y retorna permanentemente. Las faenas del mar, la casa; en suma, las cotidianeidades de la vida sencilla, en una pintura llena de matices. Un cromatismo suave a momentos, pincelada corta; cuadros que nos transmiten la emoción de un universo poético fruto de una imaginación en la cual parece un sueño.

Un pintor encerrado en sí mismo, viajando frecuentemente alrededor de su cuarto donde fija la mirada con absoluto rigor sobre todo aquello que de manera física o imaginativa tiene más cerca.

Contemplada desde el comienzo de este proceloso comienzo de siglo; cuya travesía está llevando a cabo con tanto tesón, la obra de Francisco Lorente, tan familiar, aparece como un proyecto clasicista, apoyado en la tradición; pero de un clasicismo no retórico ni acartonado sino atemperado por el buen sentido. Un río tranquilo y remansado, siempre repetido y siempre distinto, de colores galaicos y ciertas formas impresionistas.

Crítica da mostra de pintura da exposición na Sala Teucro da Xunta de Galicia. Publicado na revista «Crítica de arte» nº174, Madrid – Novembro 2002

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CRITICA DE Mª DEL CARMEN GAGO FLORENTI

Mª DEL CARMEN GAGO FLORENTI

Es la Galicia más tradicional por antonomasia. La de los hombres de feria, la de los marineros, la de los ancianos en el bar jugando al dominó… La comunidad rural que sabe disfrutar de cada momento de la vida, pero que, además, trabaja, y lo hace de forma muy dura con gran desgaste físico.

Los lienzos que presenta Francisco Lorente Rivas en esta exposición destacan por su búsqueda de resaltar la figura humana, verdadero eje central de sus obras. Es un retrato excelente de lo más «enxebre», y a la vez, de lo más tierno: los niños, los mayores, los hombres trabajando, codo a codo con el mar… Son imágenes que nos hablan, nos gritan, nos transmiten. Un juego de edades en unos seres casi pétreos, como si se trataran de figuras esculpidas en la catedral de Santiago. Este hecho, nos acerca a las profundas influencias que ha sufrido este artista. Sin duda, seguidor de Colmeiro y de Laxeiro, sus obras nos recuerdan a esos amantes del Románico gallego que supieron transmitirnos la modernidad a través de lo más antiguo. Las figuras de Francisco Lorente están construidas a través de pinceladas gruesas y amplias. Sin la minuciosidad de los realistas, y a la vez, realista profundo, elimina los fondos y realza el primer plano, siempre con rostros, afables y cercanos.

Los fuertes trazos de sus pinceladas imponen en sus lienzos un toque expresionista, que atrae fuertemente al espectador, atraído, a la vez, por los enormes rostros que parecen hablarle e incluso, en ocasiones, hasta tocarle.

Francisco Lorente Rivas nos muestra, de esta manera, todo el esplendor de una pintura con impresionantes raíces compositivas, con fuerte sensibilidad, y con grandes dotes de calidad artística.

Crítica da mostra de pintura da exposición na Sala Teucro da Xunta de Galicia. Publicado no «Diario de Pontevedra». 13/10/2002

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CRITICA DE ESTRELLA LÓPEZ

ESTRELLA LÓPEZ

Herdeira do vangardismo histórico galego dos Laxeiro, Colmeiro e, mais tarde, Pesqueira, inventores da estética do granito, que xurdía dunha sutil interpretación do románico e da cantería popular e dos mitos e paisaxes da Galicia marítimo-rural, a pintura do Francisco Lorente nace nas mesmas entrañas antropolóxicas dun país que vertebra ende a tradición, pero tamén dende unha narratividade que enlaza cos vellos contos de cego tanto como a crónica permanente dun particular diario etnográfico.

Neste sentido, o pintor privilexia o contido dun discurso tan popular como social e entronca coa figuración expresionista daqueles artistas antes citados, incidindo, si cabe, na fragmentariedade da pincelada e na dinámica xestual da mesma, aspectos que dotan da forza e movemento a súa mirada escenográfica.

Así pois, os seus resortes lingüísticos figurativos emparentanse coa historia, coas lendas e co día a día dun acontecer mítico no retrato existencial do vivir que define a un pobo como colectivo antropolóxico, desentrañado na mirada de calquer familia mariñeira de sempre, no trabajo da mar, no recuncho dunha lonxa, no ocio dun café, onde os pescadores xogan o dominó ou simplemente nunha animada pandeirada. Situacións que reavivan o espíritu de Galicia tradicional, aquela que pretendera rescatar para o arte Castelao, e nos posicionan ante o espello refractivo dunha imaxe devolta como esencialidade manifesta, perfilada na sua plasticidade escultórica como estética que imprime carácter e marca un estilo persoal que adscribimos ineludiblemente ó código ou á identidade do país retratado dende dentro hacia fora: retrato, en definitiva, dunha linguaxe específica que pertence a unha tradición, pero igualmente memoria dun acontecer popular que eleva o galego a sua condición mais universal.

Presentación da mostra de pintura na Sala Teucro da Xunta de Galicia de Pontevedra. 4/10/2002

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CRITICA DE ANTÓN CASTRO

ANTÓN CASTRO